Tras algún cambio de fecha, el pasado Domingo habíamos quedados citados a las 7,45 en Prado Negro, con la intención de realizar un entreno-kedada por Sierra Arana.
Puntualmente y desafiando a las adversas condiciones meteorológicas nos dirigimos por la pista que lleva hacia el Cortijo de Pedro Andrés.
Puntualmente y desafiando a las adversas condiciones meteorológicas nos dirigimos por la pista que lleva hacia el Cortijo de Pedro Andrés.
Una vez allí, y con la altura adquirida, la situación pintaba cada vez más "blanca".
Tras pasar cerca de la Cabeza de Caballo, y digo cerca, porque verla no la vimos, nos dirigimos al Cerro de la Cruz por su cara Este.
Durante la subida el viento apretó de lo lindo por lo que se subió rápido, para poder coronar lo antes posible.
Tras la preciosa y dura subida nos pegamos el gusto de inmortalizarnos junto al vértice geodésico.
Ahora nos enfrentabamos a la bajada por la cara Oeste, en unas condiciones no muy deseables, pero por suerte llevabamos a Iñaki, nuestro kamikaze saltabalatero, que supo guiarnos perfectamente hasta el Collado del Agua, donde tomamos la decisión de acortar la ruta, ya que la nieve nos había obligado a ir más lentos de lo habitual y habiamos concertado una "cita cervecera" a las 14,00 horas.
Decidimos dirigirnos a las antenas del Orduña...
...y seguidamente al pico de la Tejeda en el que la ventisca se hizo más patente.
Luego, Cortijo de la Tejeda del que volvimos a pensar y decir mil barbaridades,...
...y directos por el rio Blanco, que nos regaló estampas maníficas...
...que nos hicieron inflar nuestro ego, por haber tomado la "sabia" decisión de salir a corretear en un día meteorológico tan malo , deshoyendo a algún que otro agorero...
Tras pasar por el Tajo de la Era ...
...nos dirigimos hacia la Acequia del Fardes,
donde nos dimos el gustazo de correr de verdad, aunque alguno lo pagara con sangre.
El final, como no podia ser de otra forma, fue en la Taberna Prado Negro, donde volvimos a inventar nuevas aventuras, recordar antiguos momentos y arreglar el mundo.
Quizas no era la idea que teniamos, y la ruta recorrida no fue ni tan dura, ni tan larga, ni tan rapida como hubieramos querido, pero seguro que han sido unas horas maníficas, en las que hemos disfrutado de verdad, rodeados de un expectacular entorno, buenos amigos y encima haciendo lo que nos gusta, PURA VIDA.
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